El juarense ‘postulado’ como secretario de Salud

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En los pasillos de la Secretaría ya se escuchan los nombres de los posibles relevos del doctor Grajeda

LA COLUMNA / de El Diario / miércoles, 29 julio 2020

-El juarense ‘postulado’ como secretario de Salud

-Sin sorpresa la masonería de AMLO

-Corral analiza plan B por la gubernatura

-Salta el cobre en el Pueblito Mexicano

La pérdida lamentable del secretario de Salud, Jesús Enrique Grajeda Herrera, obliga a preguntarse de inmediato: ¿quién asumirá la titularidad de esa dependencia?, que de sobra está decirlo, es de suma importancia aún en condiciones “normales”. Ante la pandemia ocasionada por el Covid-19, sería una grave omisión mantenerla acéfala.

En los pasillos de la Secretaría ya se escuchan los nombres de los posibles relevos del doctor Grajeda; entre ellos el director ejecutivo de Salud, Jesús Flores Montana; el juarense, Arturo Valenzuela Zorrilla –que a últimas fechas ha estado ausente de las ruedas de prensa sobre el avance de la pandemia-, y hasta la mismísima comandanta coronavirus, Mirna Beltrán Arzaga.

De los tres, no hay duda de que el doctor Flores Montana es el que tiene el camino más andado, no sólo por la experiencia y conocimiento en la práctica médica como especialista en oftalmología y maestro universitario, sino porque conocía de cerca el proyecto de trabajo de Grajeda.

También es quien está en posibilidad de dar mejor seguimiento al área en el último tramo de la administración corralista, si es que se lo permiten y realmente quieren enderezar el barco de la salud que hace aguas por todos lados.

En el caso del doctor Arturo José Valenzuela Zorrilla, actual subsecretario de la zona norte, es egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara con una especialidad en cirugía general en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se sabe que tiene aspiraciones políticas, aunque en materia sanitaria eso debiera ser lo menos importante.

En cuanto a la “comandante coronavirus” (llamada así por el gobernador Corral) no se le ve posibilidad alguna, excepto las ventajas político-económicas que dan el ser esposa de un médico socio del Hospital Ángeles de la ciudad de Chihuahua que a su vez es muy cercano a Ernesto Ávila Valdéz, el primer secretario de Salud nombrado por Corral que abandonó el cargo por la puerta de atrás y sin honor alguno.

De allí en adelante, la comandanta no tiene muchas credenciales qué ofrecer para sacar adelante una Secretaría de Salud. Estudió medicina, es cierto, pero también lo es –según consta en la página oficial de la Secretaría de Educación Pública- que sólo cuenta con una cédula profesional tipo C1 expedida en el 2005, que avala una licenciatura como médico cirujano cursada en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Hay una segunda cédula por una Maestría en Gestión Directiva en Salud, expedida en 2019 y avalada por la Universidad del Valle de México campus Chihuahua. Lo raro es que en la misma página de esta universidad se explica que sólo en cinco estados del país está disponible dicha maestría, por lo que tendría que haberla cursado en línea.

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Ha sido algo ruidoso el tema en algunos círculos políticos nacionales pero a nadie debería sorprender que el presidente López Obrador sea masón, o al menos iniciado en el rito masónico.

Poco se habla de los detalles pero en realidad fue precisamente el exdiputado priista Manuel Jiménez Guzmán, quien lo llevó a la agrupación de la escuadra y el compás.

Por aquellos años, finales del 2003 o principios del 2004, Jiménez tenía el grado de Gran Maestro de la Logia Valle de México, la segunda logia más antigua del país (la más antigua es la de Veracruz).

Gozaba de un enorme poder que le permitió ingresar a López Obrador en la masonería mediante la figura conocida como “masón a la vista”; es decir, sin recorrer sinuosos caminos de pruebas.

Entre los masones, como en cualquier otra organización con estrictos estatutos o reglas, sus integrantes deben seguir un camino de preparación y validación de conocimientos que les permita adquirir los grados superiores correspondientes.

Jiménez Guzmán llevó a AMLO directamente al grado máximo, el 33. Además de presidir y dirigir la Gran Logia del Valle de México (Jiménez Guzmán), se desempeñaba como presidente de la Confederación de Grandes Logias Regulares de los Estados Unidos Mexicanos y presidente de la Confederación Masónica Interamericana Zona I, por lo que tenía facultades para hacerlo.

Así, el tabasqueño fue ungido como Gran Maestro nivel 33. La ceremonia se llevó a cabo en el Salón Juárez del Palacio de Gobierno de la Ciudad de México, bajo la autoridad de la logia “Restauración”.

Poco tiempo después de ese hecho, Jiménez Guzmán perdió el poder que tenía y fue expulsado de los cargos que detentaba y de las logias regulares de todo el país.

No está claro si su expulsión se originó en el hecho narrado o si existió alguna otra causa, pero coincidió cronológicamente con ese suceso.

Actualmente se sabe que encabeza y promueve algunas de las logias irregulares existentes en el país que le deben estar muy agradecidas porque convirtió en presidente de la República a uno de los suyos.

Ahora se explica con mayor claridad el repetido juarismo de López Obrador. Su escapulario del “detente” es juarista, no Guadalupano.

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En el homenaje póstumo al doctor Jesús Enrique Grajeda Herrera en el Patio Central de Palacio de Gobierno estuvo no en primera fila pero sí en segunda el senador panista, Gustavo Madero Muñoz. Tenemos la imagen correspondiente en la versión digital de La Columna que circuló el mismo lunes, día del homenaje al secretario de Salud, víctima de Covid-19.

Para el gusto generalizado de la clase política y opinadora, Madero sigue ocupando el espacio número 1 entre las alternativas del gobernador, Javier Corral para la candidatura del PAN a gobernador 2021. Es la opción ideal reflejada en el acelerón que le dio con su presencia a su lado en los eventos públicos de los últimos 15 días.

Pero en el círculo más íntimo de Palacio de Gobierno, entre los más conocedores (as) de lo que hace y hasta de lo que piensa el mandatario estatal, están arribando a la conclusión que su amigo y jefe analiza ya un plan B si continúa sin dar chispa el senador Madero.

Dicen sus allegados de Corral que es un “psicólogo de la política” y que si bien arrancó su plan convencido de ir con Madero tope hasta donde tope, en esos 15 días de placeo por varios municipios del estado (Chínipas, Zaragoza, Parral, Juárez, Chihuahua…) pudo “observar con claridad” que deberá desarrollar un esfuerzo más que sobrehumano para conseguir que el precandidato haga click con los chihuahuenses.

Frente al tremendo desafío de resultados impredecibles en ese proyecto es que de reojo ha empezado a analizar como sus planes B a un par de independientes y a otros panistas que no tengan influencia de la empoderada alcaldesa de Chihuahua, Maru Campus.

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En el nuevo amanecer no ha brillado el oro pero en su defecto regularmente lanza destellos el cobre.

Ocurrió el lunes por la mañana cuando la operadora de Manuel “Igor” del Castillo en su oficina de Comunicación Social en Juárez, Claudia Moreno, se alió con su jefa del área, Evangelina Mercado Aguirre, y echaron en estampida a una modesta cuadrilla de sanitizadores municipales independientes que sólo buscaron hacer su trabajo por la entrada de las oficinas del Gobierno estatal en el Pueblito Mexicano.

Las funcionarias muy menores pero empoderadas por “Igor” (Claudia) y la vicegobernadora Lety Corral (Eva), ni siquiera preguntaron para tomar su decisión al jefe del gobierno en Juárez, Mario Dena, simplemente ordenaron a la cuadrilla el retiro y adiós.

A ver si no termina Cabada como su candidato a gobernador.

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La reorientación del gasto estatal realizada en abril resultó insuficiente para enfrentar la pandemia, fenómeno que, sumado a una planeación deficiente, ha devorado el presupuesto público. Es lo que faltaba a la hundida administración corralista para su colapso en materia de finanzas públicas.

Cuando hace meses el Congreso del Estado dio facultades al Ejecutivo para reasignar partidas presupuestales a discreción, se creía suficiente inyectarle a los planes emergentes poco más de tres mil millones de pesos.

Esos recursos se tomaron de ahorros y economías de todas las dependencias públicas, desde las centralizadas hasta las autónomas. El Ejecutivo jugó también con diversos proyectos de su gasto ordinario, “puenteó” recursos entre unos y otros, entre diversas acciones que tuvieron su origen en la poderosa Secretaría de Hacienda.

Pero ni eso ha sido suficiente para sortear de manera medianamente aceptable la crisis, pues la reorientación del gasto, el juego con el presupuesto estatal, se ha hecho prácticamente sin tomar en cuenta los ingresos. Y esos también están colapsados.

Entonces, modificar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos será la tarea siguiente que ya apuntan en Palacio de Gobierno como prioridades para pasar por el Congreso del Estado. Ahora sí van por una cirugía mayor, ya que las aspirinas de abril, como era obvio, resultaron insuficientes.

Pero no es sólo lo que queda del gasto de este año lo que está comprometido, que de suyo es mucho porque al parecer no alcanzará la cobija siquiera para cerrar en diciembre; también está en crisis desde ahora el armado de proyectos de ingreso y gasto de 2021.

La satanizada deuda, a la que recurrentemente ha recurrido la administración estatal vía los cortos plazos, aparece como una de las pocas opciones viables para salvar el momento… y comprometer a los futuros gobiernos.