Corral hará gobernadora a Maru

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Carlos Murillo / Abogado / domingo, 19 julio 2020

El actual gobernador acusó a la alcaldesa de recibir apoyos de César Duarte

Corral acusó a Maru de recibir apoyos de César Duarte. Con esta confesión aceptó dos hechos; el primero, es el triunfo ilegítimo en 2016 de Maru y, por lógica, el triunfo ilegítimo del mismo Corral; en segundo lugar, aceptó que, con Maru Campos -a quien todas las encuestas ponen en primer lugar para la elección del 2021-, regresará el duartismo a Palacio y eso será gracias a su principal activo: la pelea pública con Corral.

Cegados por la venganza, los panistas adelantaron la guerra electoral con un desafortunado punto de partida: las crocantes declaraciones del gobernador Javier Corral, quien se lanzó en contra la alcaldesa de Chihuahua, Maru Campos. Es una locura. Cada palabra que espetó sonaba como un hueso quebrado del corralismo.

Esa incursión mediática está disfrazada con la Operación Justicia para Chihuahua, pero esta vez no se trata de desmantelar las redes de corrupción de Duarte, el ataque en la opinión pública tiene como objetivo deshacerse de la competencia política de cara a las elecciones del 2021. La amenaza de Palacio es evidente, Corral meterá a la cárcel a sus adversarios políticos, así sean del mismo partido. Pero se ha metido en un callejón sin salida, si lo hace será el villano autoritario, si no lo hace perderá su imagen de justiciero sin límites.

Tras la detención de Duarte, recrudeció el estilo violento de hacer política. Explico mi idea. Para Sayak Valencia, el capitalismo “gore” es la forma en que se muestra el sistema económico global que provoca escenarios extremadamente violentos, la referencia “gore” es por un estilo de terror y explotación de la violencia gráfica. Bueno, pues aquí tenemos una política “gore”, con un discurso de odio que incita a la violencia mediática colectiva.  

La historia nos dice que los panistas son capaces de comerse vivos entre ellos cuando se trata de mantener el poder. Son caníbales. Esto me recuerda varias elecciones donde el PAN se autosaboteó en Juárez en la historia reciente y que han provocado que hoy, en la frontera, el PAN se encuentre desfondado y sin ninguna esperanza de recuperarse. Esa decadencia tiene raíces que se conectan con el 2021.

Veamos algunos antecedentes. Después de gobernar doce años, el PAN se quebró con Cruz Pérez Cuellar en 2004 gracias a las traiciones internas; tres años más tarde, en 2007, se vengaron las tribus panistas y dejaron colgado de la brocha a Sergio Pedro Holguín; después vino la derrota de César Jáuregui Moreno en 2010 y, a partir de ahí, fueron perdiendo fuerza electoral aceleradamente; tras la derrota de María Antonieta Pérez el PAN quedó sin rumbo pero mantenía una votación de 100 mil votos; luego vino la tragedia con Vicky Caraveo que desfondó al PAN con 62 mil votos; y, finalmente, Ramón Galindo, quien no pudo levantar el barco panista en 2018. 

Corral no es profeta en su tierra. Desde la primera derrota, el PAN en Juárez ha fracasado por 16 años seguidos, ni siquiera el discurso de hiper-odio que blandía Javier Corral pudo revertir el resultado en 2016, año en que ganó la gubernatura. En Juárez Corral obtuvo 132 mil votos y el PRI 128 mil con Serrano. Si revisamos con lupa, los votos de Corral representan un empate, eso quiere decir que los votos del PAN en Juárez no alcanzaban para ganar la elección estatal. 

Nadie sabe para quién trabaja. Por el contrario, en la capital, gracias a la popularidad de Maru Campos, Corral obtuvo 179 mil votos, contra 72 mil del PRI. La diferencia estatal la hizo la ciudad de Chihuahua, ahí ganó Corral porque la diferencia total de la votación considerando los 67 municipios fue de 100 mil votos precisamente. Allá, la principal aliada de Corral fue la contrincante de Maru, la entonces priista y esposa de Marco Quezada, Lucía Chavira, quien después ocupó varios puestos en el gabinete de Corral en pago a sus servicios de omisión. Como siempre, se asustan en público de lo que disfrutan en privado.

Es irónico, pero Corral acusa a Maru de recibir apoyo de Duarte, pero resulta que Corral apoyó a Lucía Chavira; además, sin ese apoyo de Duarte, Maru no hubiera ganado la elección y sin el contundente triunfo de Maru en las urnas, Corral tampoco gana la gubernatura. Entonces Duarte apoyó indirectamente a Corral.

La historia contraria. Tras 18 años de gobiernos del PRI, María Eugenia Campos Galván, se convirtió en la primera mujer en ser electa presidenta de Chihuahua, una mujer joven con una intensa carrera política que logró consolidar el liderazgo en el PAN de la capital; así, logró la hazaña electoral de ganar en 2016 aun teniendo en contra a Corral y, después, ganó la reelección en 2018, pese a sus dos grandes adversarios, por un lado AMLO que se convirtió en un fenómeno histórico y arrasó en casi todo el país y el gobernador Javier Corral que movió las corrientes subterráneas de la administración estatal para boicotear a Maru Campos. 

Pese a Corral, el municipio de Chihuahua volvió a pintarse de azul. El gobernador Corral hubiera deseado que ganara Morena, antes de que Maru Campos pisara de nuevo la alcaldía. Pero la historia se repitió, esta vez con más fuerza, en 2016 Maru logró 154 mil votos, alrededor del 44% de la votación, mientras que, dos años después, tras consolidar el liderazgo en el municipio, Maru avanzó en lugar de retroceder y en la elección de 2018 obtuvo el 51% de la votación, lo que significa un aumento a 203 mil votos, prácticamente ratificó su legitimidad con 50 mil votos más.

Mientras el resto del país se rendía ante la esperanza de la 4T, Chihuahua capital permaneció panista y se convirtió en el gran bastión del PAN en el norte del país. No hay otra ciudad gobernada por el PAN que tenga la importancia de Chihuahua.

Pero Maru tiene un muertito escondido en el ropero. Después de cuatro años de hipocresía, Javier Corral, embriagado de soberbia por la detención de César Duarte en Miami, decidió quitarse la máscara e irse a la yugular de Maru Campos. Pero cada golpe de Corral hace más fuerte a Maru.

El pecado que cometió la alcaldesa de Chihuahua fue mantener una amistad con el ex gobernador durante la administración anterior, pero hoy es el mero pretexto para iniciar el golpeteo político. La embestida brutal obedece al timing político. Corral quiere que el candidato a la gubernatura sea el senador Gustavo Madero y no va a descansar hasta lograr imponer a su socio.

Es irónico, pero Javier Corral acusa a Maru Campos de haber mantenido intereses políticos y estar en la nómina de César Duarte, ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo. Corral ha corrompido las ideologías hasta deformar su proyecto político, desde el principio, presentó una absurda alianza con la peor versión de la izquierda mexicana, las tribus más indolentes del PRD encabezadas por vividores del sistema. Ha pagado favores políticos con la izquierda y los mete a la nómina sin ningún empacho.

Corral tiene una visión retorcida de la política donde todos los que no estén con él, están automáticamente en su contra. En cuatro años, lo único que ha logrado es consolidar un hombre de paja, César Duarte y en ese depósito de odio cuelga a todos sus enemigos.

La fórmula es fácil, ser duartista es sinónimo de ser amigo del diablo, entonces, así van a querer descartar a todo aquel que sea competencia de Gustavo Madero. Entonces, un solo señalamiento, dicho por Corral, para los seguidores de la secta es suficiente prueba. Así, según ellos, descartaron a los más fuertes competidores con el chasquido de los dedos, como Thanos en la película de Marvel.

Así es la soberbia, provoca una realidad imaginada. Es una forma de esquizofrenia política. El peor error de César Duarte fue no saber cuándo detenerse, lo mismo le sucede ahora a Javier Corral quien ha perdido la brújula y el piso. Sin darse cuenta, el gobernador Corral está haciendo todo lo necesario para hacer realidad su peor pesadilla: que Maru sea gobernadora.