Ni los homenajes ni los reflectores al doc Grajeda

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Columna / El Diario de Chihuahua / martes, 28 julio 2020

-Rutas alimentadoras por la amargura

-Saturación de leche huele a corrupción

-Aquella firma de Corral Provida

Es cierto que Corral poco, muy poco conoció al doctor Grajeda. Ayer lo constatamos en vivo y a todo color. 

Tuvo que venir Jesús Enrique, el hijo del exsecretario también médico, a decirle a boca de jarro que a su papá no le gustaban los homenajes ni los reflectores.

No fue la única nota discordante. Le recordó al gobernador, para que no se le olvide, que hay personal médico dando la batalla con recursos insuficientes y agotado.

Esa realmente es la voz y pensamiento del exrector, y de la comunidad médica universitaria. Posición franca y sin cortapisa alguna, que fue ignorada y socavada por operadores encumbrados en funciones técnicas.

Ni eso conmovió ni llamó siquiera a una reflexión. Por el contrario, siguió el mandatario por las nubes. Decretó que el Hospital Central Universitario se denomine Dr. Jesús Enrique Grajeda Herrera, como merecido -no hay duda- homenaje póstumo.

Pero eso es andar por las ramas. Desde 1964 el Hospital era manejado por el Director de la Facultad de Medicina, hasta que en la administración pasada se le arrebató a la Universidad.

Fue Grajeda en vida, igual que Sergio Piña Marshall y Arturo Vázquez Reta, todos como directores de dicha facultad -y los primeros como rectores-, siempre férreos defensores del carácter universitario del Hospital más allá del nombre, sino en su operación como Hospital Escuela, fuera de la burocracia del Ichisal. No podía existir facultad de medicina sin hospital.

Duarte le regresó al gobierno el Hospital, y ahora Corral se contenta con ponerle nombre. La denominación seguirá siendo cosmética aunque esté en bronce, si no se regresa a la UACH, como siempre quiso y defendió el doctor Grajeda, incluso con severos enfrentamientos a nivel de gobernadores. No le temblaba la voz al doc para hacerlo. Ese sí sería un auténtico homenaje.

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Se pasan de listos los concesionarios de las llamadas rutas alimentadoras, unas carcachas inseguras y ruidosas, sospechosa y torpe actuación de la autoridad reguladora.

Ante la baja en el aforo de pasajeros, debido a que se suspendieron las clases en todos los niveles y el cierre de negocios, los permisionarios decidieron por voluntad propia reducir al mínimo las unidades de transporte en las distintas rutas, para no perderle, importándoles poco la seguridad de los viajeros.

Esto incrementó de forma dramática los tiempos de espera de decenas de miles de usuarios y, de manera irresponsable, en plena época de mayor incidencia de contagios por el COVID-19, atiborraron los camiones, sin siquiera tomar en cuenta las mínimas medidas de salud.

Ni siquiera los choferes fueron obligados al uso de cubrebocas o guantes para maniobrar los pagos en efectivo.

El dinero es uno de los principales agentes de propagación de bacterias y virus. Las monedas y billetes de distintas denominaciones circulan por las manos de miles de usuarios y cientos de chóferes, sin ningún cuidado.

Nunca es tarde para poner orden en el aforo en camiones, pero el problema no se resuelve sólo con ello.

De manera integral debe obligarse a los concesionarios a cumplir con los tiempos y rutas ordenadas. Lo demás es una mejoral para un grave problema, en el cual Gobernación estatal sólo está pintada en jugoso negocio con los inspectores de transporte.

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Están pasando por las carreteras y frente a las narices de la vigilancia zoosanitaria, cientos de miles de litros de leche.

No hay otra manera de explicar la saturación en el mercado local, que ha propiciado la caída en la compra a productores locales.

Existen indicios reales de que -mediante mordidas de buen nivel- se permite el ingreso de ese producto, con grave riesgo de contaminación.

Brucelosis, tuberculosis y antibióticos en la leche, son preocupación y alerta en este delicado producto, que pasa como si nada por diversas casetas de control, entre ellas la de Jiménez.

Es un problema que debe ser investigado a profundidad, no sólo para proteger a los productores locales, sino para cuidar la salud de los chihuahuenses.

En otros tiempos apenas en agosto se lograba el volumen esperado de producción, y ahora resulta que desde marzo hay saturación.

Hay quienes voltean a ver la responsabilidad en la Secretaría de Desarrollo Rural y en concreto en Martín Solís, con enjuagues donde incluso se habla de la participación jugosa de la Unión Democrática Campesina.

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Durante unos minutos estuvo publicado un mensaje del Usicamm Chihuahua, anunciando la suspensión del proceso de cambios docentes, y luego simplemente desapareció.

No hay seriedad ni respeto para los maestros que esperan con esperanza poder acudir a una convocatoria que les permita estar cerca de su lugar de origen.

El mensaje subido al face informaba de un supuesto acuerdo para realizar en posterior fecha el proceso, cuando en otros lugares se ha realizado por internet.

La mano negra indudable y la falta de seriedad. Oficialmente no se ha informado absolutamente nada.

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La imagen que le mostramos en nuestra edición digital corresponde a un compromiso firmado por el gobernador Javier Corral con las familias chihuahuenses, durante su campaña al gobierno del estado.

“Debe entenderse a la familia como una comunidad fundada en el matrimonio entendido este como la unión complementaria entre un hombre y una mujer…es el ámbito natural donde se trasmite, cuida y valora la vida de cada ser humano…la familia es la primera educadora de sus hijos…”.

 El documento circula entre las asociaciones Provida, familia y matrimonio. De su puño y letra constan dos veces su nombre, al principio y al final, y su rúbrica al calce. Las familias confían en que será congruente con su ofrecimiento electoral.