*MESES DESPUÉS, ACTÚA COMO GOBERNADOR * DESILUSIÓN DE UNA RELACIÓN EMPALAGOSA * ¿PUEDE MÁS LA SOBERBIA QUE EL AGUA? * PRIORIDAD: EVITAR MÁS VIOLENCIA *NUNCA ES TARDE PARA RECOMPONER

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La Visión de Chihuahua / 9 de octubre 2020

El 28 de julio pasado el gobernador Javier Corral envió al Presidente López Obrador una bien documentada carta sobre la crisis del agua. Ayer la hizo pública en el Congreso del Estado. En ella habla de falta de gobernanza en la cuenca del Bravo, opacidad en CILA y Conagua, ciclos agrícolas, regímenes de lluvia, condiciones de prórroga, volúmenes en presas nacionales e internacionales, reconoce huachicoleo e intervención de actores con fines electorales -de todos los partidos-, hace propuestas para salir de conflicto y presenta alternativas de solución integral.

Es un documento bien documentado, digno de un gobernador competente, del que sólo reprobaría los escasos e innecesarios adjetivos. En general de tono comedido y propositivo ¿Qué sucedió entre el 28 de julio, cuando entregó la carta, y el nueve de noviembre, fecha en que la crisis escaló hasta el enfrentamiento en la Boquilla entre agricultores y Guardia Nacional, con el trágico resultado, horas más tarde, del atentado contra Jessica, muerta por balas de la GN, y su esposo, al que dejaron malherido en el lugar de los hechos?.

Para explicar la pésima gestión de la crisis, necesitamos irnos hasta el tres de diciembre del año anterior. En esa fecha dan cuenta de una reunión celebrada en la Secretaría de Gobernación donde participaron Olga Sánchez Cordero, Blanca Jiménez, otros funcionarios federales y los gobernadores Javier Corral, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, Jaime Rodríguez. Se dice que ahí los gobernadores firmaron un compromiso, condicionado por la Federación, para cumplir los términos del Tratado. Ese documento nadie lo ha visto y Javier negó su firma, más no la reunión. Lo que sí trascendió en aquella fecha fue un boletín, detallando los compromisos adquiridos por los gobernadores.

De lo anterior se desprende que el Gobierno de Chihuahua y el Gobierno Federal llevan discutiendo, al más alto nivel, el tema del agua al menos desde aquellos días. La diferencia, sensible diferencia, es que antes los términos eran comedidos, hablaban entre amigos. Entonces la relación Corral- López Obrador estaba en su mejor momento, sólo un mes y días después, 11 de enero, el Presidente visitó Chihuahua y el gobernador presumió en sus redes que horneó “rayas” y conoció frijoles de olla  para satisfacer el paladar del distinguido anfitrión.

Javier quería, desesperadamente, quedar bien con López Obrador, por eso respondía “sí señor” a cada tema de interés presidencial. En ese propósito mostró congruencia durante los primeros meses de la crisis, replegándose y dejando pasar el conflicto para no incomodarlo. Los agricultores de su propio partido advirtieron la indefinición y -existen videos- lo llamaron cobarde y traidor a Chihuahua y en sus pancartas de protesta decían que era muy caro pagar “Agua por Duarte”. Ese era el Javier de aquel momento, agachado esperando que las lluvias solucionasen la crisis.

No sabía que con un dictador autoritario no se puede, que López Obrador jamás le reconocería sus intentos de agradarlo.

Aquella relación empalagosa se trastornó hasta derivar en brutal desencuentro que terminó, como están hoy, por cancelar toda comunicación formal e informal entre los dos. De facto, López Obrador desconoció a Javier Corral como gobernador de Chihuahua, en Juárez quedó demostrado hace unos días. El asesinato de Jessica no es causa de la confrontación entre los dos, es consecuencia.

Volvemos a la pregunta ¿Qué sucedió en el curso de la crisis para un desencuentro así?. Objetivamente concluyo que nada. ¡No sucedió nada! No existe razón suficiente para que los problemas hayan llegado hasta el nivel de deterioro en que hoy se encuentra. Y lo peor, tampoco razones para el problema! ¡El problema lo hicieron ellos!. El reclamo de los Estados Unidos, por cierto tibio, vino al ver el pleito doméstico. Levantaron la vista y se preguntaron qué pasa allá.

Para la pésima gestión no tengo más explicación, despejando las incidencias, que dos personalidades de soberbia exaltada sin convicción de gobierno. Políticos menos veleidosos y responsables de sus deberes hubiesen pospuesto sus vanidades y, concentrados en lo sustantivo, acordado los términos de pago antes de generar una crisis de consecuencias funestas para la economía de una región donde viven cientos de miles de familias.

Han pasado más de 70 años y el cumplimiento del Tratado nunca había sido inconveniente. En su mayor parte se ha pagado con escurrimientos naturales y cuando sobrevenían las sequías pedían prorroga que les era concedida. La sequía en Chihuahua es normalidad, no excepción, pero en lugar de procurar soluciones prácticas basadas en los instrumentos legales, esas personalidades veleidosas hicieron lo mejor que saben hacer; confrontarse, estigmatizar, polarizar y partidizar el movimiento.

Y si, la mayor responsabilidad es del Presidente López Obrador, él inició con las estigmatizaciones e hizo crecer el conflicto desacreditándolo con infundios en sus conferencias matutinas. Asoció a productores de limpia trayectoria con criminales, los acusó, sin razón, de huachicoleros del agua, restó importancia diciendo que era un tema político, ofendió y amenazó a exgobernadores, movilizó al Ejército contra civiles. Respondió, sin exagerar, como vulgar porro, siendo el mayor responsable de ofrecer soluciones.

Pero nuestro querido Javier también lleva parte. En la primera etapa del conflicto se agachó tratando de no indisponerse con el amigo para quien horneó rayas, mientras distinguidos miembros de su partido hacían toscas incursiones electoreras en la zona de conflicto. Decidió no intervenir cuando su deber era ponerse al lado de los productores, asumir una posición firme pero conciliadora en defensa de Chihuahua y evitar, a cualquier precio, caer en las provocaciones del Presidente.

Si hubiese mostrado, desde un principio, el tono y la firmeza de la carta ayer leída en la tribuna del Congreso, el problema del agua estaría resuelto hace tiempo. Se enganchó en los insultos regresando las descalificaciones. Ahí están las consecuencias.

Nunca es tarde para recomponer, volver el tiempo atrás y regresar la vida de Jessica y la salud a su marido es imposible. Sin embargo puede contribuir a que impere la sensatez, mostrar actitud prudente y voluntad de reparar u olvidar las ofensas que los tiene separados. Sin diálogo no llegarán a ningún lado.

El Tlatoani, Javier, es tan rencoroso y felón como terco, no supongas que tu dignidad es la dignidad de Chihuahua, ahora la prioridad es evitar nuevas confrontaciones violentas, proteger vidas. El daño ya está hecho, da un paso de costado, atiende el problema con visión de Estado y la solución llegará por sí misma.