GPS / Columna / El Diario de Chihuahua / martes, 29 septiembre 2020 |
-Desapareció la diplomacia en gobierno
-Llegó el amarillo por interés político
-Necesitará Corral más que el mandil con AMLO
Anda con la espada desenvainada el Secretario de Salud, Eduardo Herrera. No respeta ni a los de casa ni a los de la tercera edad ni a los que saben y mantienen el barco a flote.
Está colocando pura gente de su estilo y modo, aunque poco puedan aportar sustancialmente para mejorar el servicio.
Sacó al Director Médico de la Secretaría de Salud, quien también era el Director Ejecutivo de los Servicios de Salud de Chihuahua y del Instituto Chihuahuense de Salud, Jesús Manuel Flores Montana.
Es un médico reconocido por la nueva y vieja guardia, con experiencia en todos los órdenes. Era de lo poco bueno que le quedaba a salud.
Hasta donde sabemos el cargo sigue sin ocuparse, en espera de una decisión de la oficina del gobernador.
Lo mismo hizo en el área administrativa de Ichisal, de donde fue sacado Jorge Luis Issa, hijo del reconocido panista del mismo nombre que hoy despacha en el Congreso como titular del área administrativa.
El apellido Issa es reconocido en la zona centro sur del Estado, tiene abolengo en las filas azules desde hace bastante tiempo. Maltrato innecesario.
Pero la purga no quedó ahí. Ya lleva bastante personal de 65 y más años, contra quienes trae encargo que parece una auténtica purga stalinista, con especial acento en el Hospital Central.
Los asuntos han terminado con quejas ante derechos humanos y demandas laborales ante los tribunales, por la forma burda y prepotente con la cual ha sido ejecutada.
Más que todo sin necesidad alguna, como si de algún placer superficialmente mezquino se tratará.
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El Secretario de Gobierno, antes denominado “Secretario General de Gobierno”, ejercía funciones de coordinación de las dependencias del ejecutivo estatal en auxilio directo del gobernador.
Era el brazo operador con mano izquierda que capoteaba el vendaval político y le daba salida pertinente a los conflictos.
Ahora, esa secretaría quedó en la práctica como un área acéfala, no tanto por las modificaciones legales que le arrebataron en teoría muchas de esas facultades, sino por el perfil de su titular.
Fernando Mesta se ha transformado en un simple golpeador de redes sociales. Ha abandonado la función política institucional que debía desempeñar.
Lo hizo contra Juan Carlos Loera, el delegado de programas federales y el fin de semana remató con la alcaldesa María Eugenia Campos.
Su impertinencia es demasiado claridosa y evidente. Se ha mimetizado con su patrón.
Del ejercicio de su responsabilidad pocos resultados tenemos. Los agricultores con el tema del agua tomaron Palacio por esa cerrazón; los indígenas recorren cientos de kilómetros desde la sierra por lo mismo; el transporte fue trasladado a Desarrollo Urbano, por su fracaso.
Si el gobernador no trabaja en resolver los problemas y el secretario se asume como un simple propagandista, luego entonces ¿quien está chambeando allá adentro de Palacio? Con qué razón se mantiene cerrado; abierto para qué.
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Así como estuvo Chihuahua durante largo tiempo en rojo y luego en naranja, de un plumazo amaneció en amarillo, junto con decenas de municipios del interior del Estado.
Fue el capricho el que mantuvo a la región en un color que impedía el funcionamiento de los negocios grandes, medianos y pequeños, provocando una alta tasa de mortandad empresarial.
Ahora se da el visto bueno para que funcionen bares, cines y gimnasios, entre otros rubros que sufrieron la bota de la imposición y la cerrazón.
No hubo en el número de decesos, contagiados, hospitalizados ni intubados dato alguno de fondo que marcara una diferencia sustancial.
Los hospitalizados están en el rango de las últimas semanas, 248 y los intubados igual. Los fallecidos casi son mil 400 y los contagiados superaron la barrera de los quince mil.
El dato del día presume una baja apenas perceptible en indicadores, pero nada fuera de lo ocurrido las últimas semanas, en que la federación indicaba amarillo para todo Chihuahua y que fue mantenido en colorado y naranja por el Estado.
La reunión del domingo por parte del Consejo de Salud Estatal, del cual de nueva cuenta no existe más evidencia que lo testimonial, sólo fue para aprobar una decisión económica urgente y necesaria desde hace tiempo, pero ahora justificada por el timing político del gobernador.
Lo burdo es que se supone la sesión del Consejo fue el domingo y el lunes amaneció publicado el acuerdo, necesariamente trabajado en talleres gráficos del Estado desde viernes o sábado. Ni modo que hayan laborado el domingo en la tarde o lunes en la madrugada.
Para colmo ayer el rumor entre los abogados litigantes en materia laboral, era el de la existencia de un brote en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje.
El problema se concentraba en algunas de las juntas, donde el área tenía un mayor aislamiento y medidas de restricción, a las que de antemano se habían adoptado desde que reanudó su funcionamiento.
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No será nada fácil para Javier Corral tragar bolitas el próximo viernes, cuando el presidente arribe a Juárez para desarrollar una agenda por la tarde, relacionada con obras y atención en colonias marginadas.
Necesita algo más que ponerse el mandil para cocinar como lo hizo en la última visita allá por enero. No sería nada extraño que la gira se realice en su ausencia.
Las entrevistas de toda la semana, ampliamente difundidas, en tono subido de color en contra del presidente y su equipo no son buen antecedente inmediato para un encuentro ni mínimamente cordial. A lo más lo veremos atufado y con rostro contrito.