La Visión de Chihuahua / 21 de septiembre 2020
Javier Corral se percató, al fin, de que con López Obrador no se puede, de que la observación “estás conmigo o contra mí”, hecha por otros, es una verdad objetiva y de que resulta imposible lidiar con él sin ser subordinado hasta la abyección. Al comprender y asumir que la relación con el presidente es de sumisión o no es, reaccionó como sabe hacerlo, en su papel de opositor: Él (el presidente) no sabe escuchar, no sabe recoger el punto de vista discrepante. Quién discrepa, difiera, está del otro lado es un enemigo y así no se puede conducir al país y menos enmedio de un conflicto como éste (el agua)”, dijo el viernes en un programa nacional del Grupo Imagen.
Ah, pero sólo unos meses atrás se puso delantal de cocina y gorro de panadero y lo invitó a la intimidad de su hogar donde horneó “rayadas” en su honor, y con la mente puesta en la extradición de César Duarte se replegó durante los primeros meses del movimiento en defensa del agua, dejando solos a los agricultores. El papel de pastelero domiciliario y gobernante disimulado le sienta mal; adula en exceso y en consecuencia se presta a los señalamientos de tapete. En política hasta para la sumisión se necesita gracia.
Tiene bien advertido el difícil momento por el que atraviesa Chihuahua en su eterna relación con el gobierno central, siempre tirante. En el mismo programa estableció que no le extrañaría recibir represalias por su nueva conducta y reveló que “ya es muy claro que hay una instrucción, me supongo que del Presidente de México, de entrar en una confrontación abierta y directa con nosotros, con acusaciones falsas, con descalificaciones permanentes a los productores y ahora al Gobierno del Estado de Chihuahua”.
Debió suceder una desgracia mortal, la de Jessica y su esposo mal herido, para que Javier Corral comprendiera la gravedad de lo que sucedía en Chihuahua. Hasta días antes del asesinato todavía estaba concentrado en su agenda de la llamada “Alianza Federalista”, insipiente instrumento electoral de diez gobernadores contra López Obrador. Ellos saben que la Conago dejó de existir desde que Peña y el PRI recuperaron la Presidencia del país, salirse representa más que un acto simbólico de oposición a López Obrador. Su postura, por tanto, es meramente política, pues entre sus propósitos no está que los diez se apoyen unos a otros.
Sin embargo espero y confió en que su despertar no sea tardío. Si ha decidido recobrar el aplomo, que lo haga por las cusas de Chihuahua, no pensando en cálculos electorales ribeteados de utopía, y poniendo -por una vez en su mandato- a un lado la obstinación contra César Duarte, que tanto lo ha distraído de sus deberes con Chihuahua.
El problema del agua precisa de un gobernador equilibrado pero firme; valiente pero no temerario; exigente pero sin reventar la relación con la poderosa Federación. Javier necesita entender que sus acciones no son las de un senador o diputado que puede conducirse hasta con desfachateces o calumnias sin que las consecuencias excedan a su persona. En oficio de gobernador, cada acción, omisión, desplante, declaración puede tener implicaciones graves para la entidad.
Entiende esa parte, obviamente, pero deja la impresión de que no la cae el veinte del todo. La confrontación “abierta y directa” con López Obrador tendrá consecuencias graves para Chihuahua, necesita entender que no está sólo. En esa lucha están todos los chihuahuenses bien intencionados que aman y desean respeto para su tierra. Le vendría bien convocar a los sectores de la sociedad organizada; empresarios, fundaciones, foros y asociaciones de profesionistas, medios, universidades, alcaldes, diputados, senadores, Iglesia a presentar un frente común en defensa de los legítimos intereses de Chihuahua, que mitigue la reacción del rencoroso Tlatoani.
Seguro llegarán.
La única condición para unirlos, es que ponga sus fobias e intereses partidistas en un lado. No puede ir por la vida haciendo lo que reprueba en otros; no puede esperar la unidad de los chihuahuenses dividiendo a su partido. Si asume con entereza y visión de Estado el liderazgo de todos, estará en tiempo de recuperar la credibilidad perdida durante el largo tiempo de aproximaciones impropias con López Obrador. Chihuahua necesita el liderazgo de un gobernador así ¿Es Javier ese gobernador? Sus acciones lo definirán en los próximos días, semanas y meses.
Rompeolas
De no ser por arrogante y engreído, Juan Carlos Loera daría pena ajena. Quiere ser gobernador y asume un rol francamente opuesto a los intereses de Chihuahua, sólo por arrastrarse hasta los pies de Tlatoani, en quien confía que lo haga gobernador. A ese papel algunos lo llaman lamebotas. Puede que lo haga candidato, pero su toxicidad como funcionario federal jamás le permitiría alcanzar los votos suficientes para el cargo. ¿Qué harás, Juan Carlos, en cuatro años? ¿Seguirás viviendo en Chihuahua o piensas que llegaron al gobierno para siempre?.
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La declaración de Luis Rodríguez Bucio, jefe de la Guardia Nacional, es de una indolencia insultante. Calificar de “lamentable accidente” el asesinato cobarde y por la espalda de una mujer trabajadora y dejar herido de muerte a su esposo, describe una falta de humanidad que espanta. Cómo hubiese reaccionado Bucio si en un “lamentable accidente” hubiese muerto un integrante de la Guardia, por disparos de agricultores. Ya los hubiesen torturado hasta morir. Es el nuevo gobierno ¿Cuándo López Obrador ha mencionado el nombre de Jessica?.
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El periodismo del país está a prueba, la intolerancia de López Obrador y un reducido grupo de radicales no admiten la menor crítica. Pero hay una verdad inocultable, con el gobierno del PRIAN vivió una relación mercantilista que lo hizo anodino. Hoy se siente desplazado por falta de contratos y reniega de la narrativa insultante. Hay razón, el presidente debe favorecer la tolerancia y pluralidad, pero cada crisis representa una oportunidad, es el momento de que el periodismo emerja haciendo suyas las mejores causas sociales y combatiendo el autoritarismo.