Son dos gallitos de pelea en un ring que arde en llamas
Carlos Murillo / Abogado / domingo, 20 septiembre 2020 |
AMLO y Corral son dos gallitos de pelea en un ring que arde en llamas. El presidente López Obrador, cada vez más colérico y agresivo, se ha enfrentado a los agricultores chihuahuenses sin cortapisas; mientras, el gobernador Javier Corral, se lame los bigotes por meterse al conflicto y aparecer en los periódicos nacionales, su estrategia para ganar los reflectores es tirarse al suelo, hacerse la víctima y después brincar como chapulín para asestar un golpe a su rival político.
La cosa es pelear. Ninguno de los dos, ni el presidente López Obrador, ni Javier Corral, han logrado construir un acuerdo que no sea mesiánico, en el que todos se tienen que someter a su voluntad ciegamente, por absurda que sea su misión. Así es el caudillo, un lobo solitario que deambula con su manada de incondicionales y que no acepta a ningún grupo contrario. El caudillo no negocia, se muere en la raya.
Javier Corral comenzó su administración con la misión del “Nuevo Amanecer”, sus discursos prácticamente eran poemas para un grupo pequeño de fanáticos que, a la postre, se convirtieron en burócratas-zombies. Estas personalidades absolutas, rememoran la imagen de la monarquía medieval y, con Corral, parece que renació Luis XIV en El Paso (de donde es originario) para repetirse en el espejo mil veces “El Estado soy yo”.
Por las mismas enajenaciones mentales anda López Obrador con su 4T -guardando las proporciones, porque Corral todavía está en una escala menor-; pero es la misma situación, son gallitos de pelea, fajadores, campeones del enfrentamiento y el encono, que salieron del barrio bravo de la política silvestre, se abrieron paso en la arena a punta de golpe. No conocen la diplomacia, les incomoda. Como el ‘Púas’ Olivares o el ‘Travieso’ Arce, se ganaron su título y los aplausos por su bravura irracional en el ring.
Y, ahora, son dos chambelanes que quieren a la misma novia. AMLO y Corral adoran los reflectores, se deben a sus fans de las redes sociales y no pueden defraudarlos con una aburrida negociación política. Entonces, el motivo es lo de menos. Hay que pelear. Bien podría ser por la extradición de Duarte, el presupuesto para Chihuahua o, como esta vez, el agua de Delicias.
Los dos tienen muchas coincidencias, pero la más significativa en este momento es que nunca han trabajado, en su vida han sembrado una cebolla en el campo, es más, ni siquiera saben lo que es vender una cebolla en el mercado, no han creado un solo empleo y así, sin ninguna experiencia del mundo real, toman decisiones a lo loco y se rodean de burócratas-zombies que justifican al rey desnudo. Corral y AMLO son tan similares en su vida que hasta parecen gemelos de la política.
Bueno, sí hay una gran diferencia y es evidente: AMLO se levanta temprano.
Incapaces de gobernar, han borrado de su léxico dos palabras: diálogo y negociación. Al contrario, desde hace varios días que se dedican a lanzar bombas mediáticas para acusarse mutuamente por el manejo político-electoral de las protestas que encabezan los agricultores chihuahuenses.
¿Y el agua? ¡Bah! ¡El agua es lo de menos!, lo importante es pelearse en los noticieros y salir en la foto de portada sacando la lengua. El agua del campo chihuahuense es lo que menos les importa.
Esa es la realidad que nos muestran. Pero hay otra realidad: la violencia desbordada; y esa realidad no la volteamos a ver porque estamos más preocupados por la pandemia y por el enfrentamiento estéril de Corral y AMLO -que son incendios provocados por el gobierno de forma artificial-.
Mientras México arde en llamas, la mirada está puesta en Gatell y su pésima gestión de la crisis sanitaria o en Corral que patalea en el piso para llamar la atención o en AMLO haciendo el show mediático.
Y los títulos de las noticias de esta semana son: “Chihuahua, segundo en delitos en el país”, “Ya basta de asesinar mujeres”, “Arrojan un muerto desde camioneta”, “Asesinan a hombre afuera de su casa”. Juzgue usted ¿qué deberían estar haciendo Corral y AMLO?
Según datos de Ficosec y la Fiscalía General del Estado, agosto cerró con 163 asesinatos dolosos, pero no es la excepción de los meses anteriores; sólo en abril, en el primer mes del aislamiento social, la cifra llegó a 173, la más alta del año (hasta ahora).
Ante la pésima gestión de la seguridad ciudadana, tanto Corral, como AMLO se pelean por ganarse las ocho columnas de los periódicos para ocultar su fracaso.
En los últimos días, la guerra de declaraciones tiene estos titulares: Corral dice “ya no hay diálogo con López Obrador y no descarto represalias a Chihuahua”; “Responsables del desorden y la corrupción siguen en Conagua”; “Nos trata muy mal el presupuesto de 2021”y “Uso intimidatorio de la UIF en el conflicto por el agua en Chihuahua”. De la crisis de seguridad, ni una palabra. Los problemas se esconden detrás de una cortina de agua.
Por su parte, AMLO se ha ganado los titulares declarando esto: “PAN y camajanes están detrás de las protestas en Chihuahua”; “El propósito en Chihuahua era meternos en un conflicto con EU” y “Movimiento es financiado por productores nogaleros”. Nada sobre la violencia en Chihuahua que tiene al estado en llamas.
Entre tantas declaraciones incendiarias, ayer sábado, según el Diario Milenio, la directora de Conagua afirmó que se pagará la deuda del agua con presas internacionales y “sin el apoyo de Chihuahua”. ¿No que era imposible la solución? ¿Por qué no hicieron eso desde el principio?
Parece que el conflicto del agua ayuda a ocultar la otra realidad. Por eso, a los dos les conviene pelearse, tanto a AMLO como a Corral. Y, aunque hay alternativas de solución, a ellos les conviene que el conflicto escale para distraer al pueblo.
Ambos están fortaleciendo su base electoral con el conflicto, esperan huachicolear votos con el odio para el 2021, como lo han hecho siempre. Pero la factura que tenemos que pagar los mexicanos es muy alta, mientras ellos pelean en el ring del caos, Juárez se hunde en la violencia.
A unos meses de finalizar su gestión, Corral terminará con un rotundo fracaso, principalmente en el tema de seguridad, pasará a la historia como un mandatario ocioso, derrotado moralmente por la ineficacia de su gobierno y la ambición política desmedida. Simplemente no pudo con Chihuahua, eso es lo que dice la gente en la calle y se refrenda en las encuestas, donde aparece reprobado desde los primeros meses de su fallido gobierno.
El mismo final le espera a AMLO, ya ni siquiera se habla de la Cuarta Transformación que se desvaneció en los dos primeros años. Pero, a diferencia de Corral -que ya fue juzgado por su fracaso-, López Obrador está a tiempo de cambiar el rumbo de su proyecto y comenzar a gobernar como estadista y dejar de lado el papel de dictador iracundo. Por el bien de México, espero que no tenga el mismo final de Corral.
El llamado para todos los políticos, diputados, senadores, directores, delegados, en fin, a todos los funcionarios públicos es: ¡ya bájense del ring y póngase a trabajar por Chihuahua! No le sigan el juego a los caudillos que han enloquecido con el poder. Vayan a encontrar soluciones en lugar de hacer más grande el problema. Y no se olviden de Juárez que se hunde en la violencia mientras ustedes se pelean.